Caminar por el jardín del Museo Nacional de Arte Decorativo es entrar en otra época. Rodeado de esculturas, caminos geométricos y cancheros canteros ornamentales perfectamente delineados, este espacio es uno de los mejores ejemplos del estilo francés en la ciudad.
El equipo de De Raíz visitó el lugar y aprovechó para conversar con Hernán Corominas, el paisajista encargado de mantener este equilibrio entre arte, botánica y patrimonio.
Qué es un jardín francés
Antes que nada, es importante saber de qué hablamos cuando decimos “jardín francés”. Según explica Hernán, los jardines franceses se reconocen fácilmente por su estructura y orden.
“Son jardines muy estructurados, marcados por ejes. Son bastante simétricos y hay algunos elementos particulares como un parter, broderie, y una planta muy característica que son los buxus, que se usan para arte topiario.”
El arte topiario, nos cuenta, “Es el arte de dar forma y que la figura quede por un tiempo”. En otras palabras, consiste en podar los arbustos para crear figuras y volúmenes definidos, una tradición que viene del Renacimiento y sigue viva en cada buxus que se recorta en el jardín.
Un poco de historia…
“Son jardines formales. Broderie es una forma y parter es un cantero rodeado por un cerco que mayormente es de buxus. Hay jardines franceses que pueden tener un laberinto que puede ser de buxus.”
Este tipo de diseño paisajístico se desarrolló con fuerza en el siglo XVII en Francia, impulsado por André Le Nôtre, el creador de los jardines de Versalles.
Desde entonces, los jardines franceses se convirtieron en símbolo de elegancia, precisión y dominio del hombre sobre la naturaleza. Todo está pensado: las líneas rectas, las perspectivas, los contrastes de color y hasta cómo la luz recorre cada sendero.
El jardín francés del Museo de Arte Decorativo
En pleno corazón de la Ciudad de Buenos Aires, el del Museo de Arte Decorativo es uno de los pocos que mantiene esta impronta original. Sus buxus recortados, los canteros simétricos y las esculturas que dialogan con la arquitectura del edificio lo convierten en un ejemplo vivo de ese estilo clásico.
Y aunque parezca rígido o solemne, mantener un jardín francés también es un acto de creatividad. Como dice Hernán, se trata de cuidar la forma sin perder la vida que hay dentro de cada brote.
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Fotos: Secretaría de Cultura. Presidencia de la Nación.



















