En la localidad bonaerense de Azul se gestó mucho más que una idea perfumada con “El Club de la Lavanda”. Su fundadora, Ximena Bengolea, asegura hay toda una comunidad de emprendedores vinculados a la producción en base a la lavanda, que genera ideas y contactos, conectando la pasión en torno al maravilloso aroma de sus flores y también al ecosistema en derredor de ellas.
Todo comenzó con un viaje fuera de la Argentina que terminó dando forma a un proyecto dentro de Argentina. “Acompañé a mi hija a Europa, ella iba a estudiar allí, y resultó que en ese viaje hicimos la famosa Ruta de la Lavanda por Valensole en Francia, y quedé impactada de tanta belleza. Desde aquel momento no paré de pensar en la lavanda y así fue como al regresar a la Argentina germinó este emprendimiento que consiste en producir lavandas dándoles valor agregado, generando subproductos en base a ella, turismo y producción de plantines”, dijo Bengolea en diálogo con De Raíz.
Aquel viaje a Francia acompañando a su hija le generó sueños tan perfumados a Ximena que vio la necesidad de que otros pudieran sentir, probar y ver con el sabor y color de la lavanda. “Me vuelvo a entusiasmar cada vez que hablo con alguien para contarle todo lo que hicimos con este proyecto; siento que se me expande el corazón y que ya no quiero hablar de otra cosa”, reveló.
Para Bengolea hay todo un universo de cosas que se pueden hacer con la lavanda pero que antes es necesario diferenciar las lavandas ornamentales de las lavandas de producción. Las primeras son muy bellas por lo atractivo de su flor pero su aroma no suele perdurar mucho en el tiempo; en cambio las de producción florecen en septiembre y se cosechan en el verano, pudiendo reaprovecharse mejor su aroma y persistencia.
Bengolea es merecedora de un título docente porque se encarga de explicar con suma pedagogía la cuestión técnica de las lavandas. “La lavanda officinalis, la lavanda madre a la que me gusta definir como una señora regordeta de 80 centímetros y muy perfumada, es hibridada con la lavanda angustifolia que es como un señor alto, con mucho pie y muy generoso. A partir de ellos salen los lavandines que tienen lo mejor de la madre, que es el perfume, y lo mejor de su padre, que es la generosidad y su parte. Los lavandines pueden alcanzar hasta un metro y medio de altura y además dan más flores por vara”, explicó.
En cuanto a los usos de la lavanda, Bengolea resumió que “se la puede utilizar con fines de aromaterapia, en el armado de almohaditas o bolsitas secándola previamente, pero también se podrían destilar las flores y hacer aceites esenciales. Acá en Azul hemos plantado tanto la lavanda angustifolia como los lavandines”.
Eso sí, el tiempo que demora una planta de lavanda en brindar una mayor producción es de cuatro años aproximadamente. “En Azul plantamos durante 2020 y tuvimos nuestra primera cosecha en el verano; y recién ahora estamos encarando la segunda campaña”, resaltó Bengolea, para quien la lavanda sigue siendo un mundo de sorpresas, hasta en su derivación a otro tipo de productos que hacen distintos emprendedores con los que ha conectado en su localidad.
La oferta en Azul generada a partir de la lavanda crece cada vez más: Miriam de Sabores de Azul hace alfajores, conitos y budines, todo en base a lavanda e incluso ha montado su propio local. La propia Bengolea decidió emprender junto a su hija y es así como desde Somos Arome ofrecen diferentes productos aromáticos para el bienestar personal, tales como velas, sales e hidrolato que es como un agua floral producto de la destilación de la lavanda. También están Inés & Rose que hacen arreglos florales, almohaditas y velas; Analía vende hasta garrapiñadas con lavanda y otro productor de la zona se arriesgó a producir miel infusionada con lavanda. Son todos productos hechos a mano con lavandas azuleñas de pura cepa.
En cuanto a las actividades turísticas ligadas a la lavanda en Azul, se puede visitar el campo La Tomasa, la estancia Aurora, cabañas Dulcinea y cabañas Las Tahonas. Para organizar las salidas pueden comunicarse en la propia red social del Club de la Lavanda. Incluso están armando un relevamiento de productores de lavanda, con lo cual, aquellos interesados pueden anotarse haciendo click aquí.
“La lavanda puede ser muy invasiva si se la usa en exceso, pero si la empleamos correctamente podemos probarla en alimentos y les puedo asegurar que tiene un sabor muy especial, muy sutil y diferente a cualquier otra cosa a la vez”, remarcó Bengolea, para quien el propósito con el Club de la Lavanda no es otro que el de seguir difundiendo la cantidad de usos y productos que se le puede dar a una flor tan particular como la lavanda.
“La idea es tener siempre materia prima, productores ofreciendo sus productos, y que puedas hacer turismo con plantaciones de lavandas presentes en el lugar; estamos incluso trabajando con el municipio de Azul para que haya lavandas en espacios verdes comunes. Y ahora estamos trabajando en algunos establecimientos educativos para ir llevando pedagogía acerca de su producción y los negocios que pueden surgir en derredor de ella”, indicó.
La lavanda representa frescura, pureza, silencio y calma, por lo que es una flor perfecta para la decoración de muchos espacios, creando ambientes llenos de paz. En cuanto a sus aspectos técnicos Bengolea explicó que “la lavanda necesita morirse de frío tres meses y después requiere calor, con lo cual el clima de Azul es propicio para que crezca y se desarrolle”.
La lavanda es “tan gaucha y autosuficiente”, en palabras de Bengolea, que basta con implantarla, y después olvidarse por así decirlo. Claro que es mejor evitar que luego la lavanda crezca mucho o se ponga leñosa, con lo cual sería bueno podarla. María Laura Vidal Bazterrica de Itas Flowers nos contó que ella suele podar sus lavandas cada día de la Madre, pero todo depende del lugar y clima donde esté instalada. “Con podarla al menos una vez al año alcanza, bajarla es bueno porque luego resurge mejor y con nuevas yemas”, apuntó Bengolea.
En cuanto al agua, no es conveniente abusar con los riegos. “Se dice que a la lavanda ´no le gusta tener los pies en el agua´. Si llueve se la banca, pero si no llueve, un solo riego será suficiente. Es tan noble que hasta en ese aspecto amo la lavanda”, concluyó Bengolea, quien sigue concretando sus sueños perfumados, ahora, junto a otros productores y emprendedores amantes de esta flor que ya se ganó un lugar grande en el corazón de la comunidad azuleña.
Como nacida y criada en Azul, podría afirmar que este es uno de los proyectos mas creativos que se han desarrollado en la region.
Entroncado con el nombre de la ciudad , apostando al orgullo por la identidad, generando economía circular no contaminante, aspirando al desarrollo de la comunidad ;es una idea con extraordinaria proyección cultural y economica. Felicitaciones y gracias, Ximena Bengolea y equipo.
Por mas proyectos de estos en nuestro país !