Cuando visitamos la Casa Nido de Vir Escribano ubicada en un barrio de permacultura, nos sorprendimos al ver la huerta en la vereda. Entre frutales y aromáticas, el verde se desbordaba hacia la calle, integrando a los vecinos y convirtiendo un espacio común en un pedacito de naturaleza compartida.
“La huerta en la vereda surgió muy espontáneamente. Estábamos armando unos canteros para poner algo y darle verde al muro, y nos dimos cuenta que tenía una orientación norte. Justo estábamos dudando dónde poner la huerta y mi compañero me dice ‘¿y si armamos la huerta adelante?’ y me pareció una idea genial. Fue como ganar un montón de cantero de huerta y a la vez me gustaba eso de regalar, que alguien que pase que se pueda llevar lo que necesite”, nos contó Vir.
La huerta en la vereda como punto de encuentro
La escena se repite cada vez más en distintas ciudades: veredas que se llenan de vida, donde la huerta deja de ser algo privado para transformarse en un lugar de intercambio y aprendizaje.
Una huerta en la vereda no solo embellece el entorno: mejora el microclima, favorece la biodiversidad y genera vínculos entre quienes comparten el barrio.
Además, es una forma de devolverle a la tierra parte de lo que tomamos. Cultivar en comunidad -aunque sea en unos pocos metros cuadrados- invita a mirar la ciudad con otros ojos.
Qué podés plantar
Todo depende de la orientación y la exposición al sol, pero si la vereda recibe buena luz, hay muchas especies que funcionan:
- Aromáticas resistentes: romero, lavanda, menta, tomillo y orégano, ideales para bordes y canteros.
- Hortalizas rústicas: acelga, kale, lechuga criolla o rúcula, que se adaptan a espacios pequeños.
- Frutales enanos o arbustos: limonero, frambuesa o arándano, que suman sombra y frutos.
- Flores nativas: como la sen del campo o la salvia guaranítica que atraen abejas y mariposas.
Lo importante es elegir especies que soporten el tránsito urbano, la variación de temperaturas y que no requieran riegos excesivos.
Consejos para una vereda verde y viva
- Aprovechá el sol: las orientaciones norte o noreste son las mejores.
- Usá macetas grandes o canteros elevados: para evitar daños por mascotas o peatones.
- Sumá compost o tierra fértil: mejora el crecimiento y reduce la necesidad de fertilizantes.
- Regá temprano o al atardecer: así aprovechás mejor el agua y evitás evaporación.
- Compartí: una huerta en la vereda se disfruta más cuando se comparte.
Lo que empezó como una idea espontánea terminó siendo una forma de habitar el barrio. La huerta de Vir Escribano invita a pensar que el verde no tiene por qué quedarse detrás de una reja. Puede salir a la calle, conectar, regalar y transformar el paisaje urbano.



















