Durante años, el paisajismo estuvo dominado por una pregunta bastante simple: ¿queda lindo? En 2026, esa pregunta se amplía y se vuelve mucho más interesante. La nueva tendencia fuerte es el paisajismo regenerativo, una mirada que entiende al jardín no como una postal estática, sino como un organismo vivo que respira, se transforma y se autorregula.
Acá, el diseño sigue siendo importante pero ya no alcanza con que el jardín “se vea bien”. Tiene que funcionar bien: cuidar el suelo, favorecer la vida microbiana, atraer insectos benéficos y sostenerse en el tiempo sin depender de químicos ni mantenimientos excesivos.


El suelo: el verdadero protagonista del jardín 2026
El paisajismo regenerativo arranca desde abajo hacia arriba. Literalmente. El foco está puesto en el suelo como un ecosistema complejo, lleno de vida invisible: hongos, bacterias, lombrices y microorganismos que hacen posible que las plantas crezcan sanas.
Por eso, una de las primeras decisiones es dejar de pensar el suelo como un simple soporte y empezar a tratarlo como lo que es: un organismo vivo. Se evita removerlo en exceso, se lo protege del sol directo y se lo alimenta de manera constante.
Compost, humus y materia orgánica: la base de todo
En esta tendencia, el compost deja de ser un “extra” y pasa a ser central. Restos de poda, hojas secas, residuos de cocina y compost maduro vuelven al suelo para cerrar el ciclo.
El humus de lombriz, los compost bien descompuestos y las coberturas orgánicas aportan nutrientes de forma lenta y equilibrada. Esto no solo mejora el crecimiento de las plantas, sino que reduce la necesidad de fertilizantes externos y hace que el jardín sea más estable frente al calor, las lluvias intensas o la sequía.


Mulch: cubrir para proteger y regenerar
El mulch —ya sea de hojas secas, corteza, paja o restos vegetales— es otro pilar del paisajismo regenerativo. Cubrir el suelo evita la evaporación excesiva, regula la temperatura, reduce la aparición de malezas y, con el tiempo, se transforma en materia orgánica.
En 2026, los suelos desnudos empiezan a verse como una señal de alarma. Un suelo cubierto es un suelo cuidado.


Biodiversidad real, no decorativa
Otra clave de esta tendencia es sumar diversidad. Plantas nativas, aromáticas, flores simples y especies que atraen polinizadores conviven en un mismo espacio. No se busca el jardín “perfecto”, sino uno dinámico, con distintos estratos y ciclos.
Más biodiversidad significa menos plagas problemáticas, más insectos aliados y un equilibrio natural que se sostiene solo.
El jardín deja de ser un espacio controlado y pasa a ser un sistema vivo.
Menos químicos, más observación
El paisajismo regenerativo propone cambiar la lógica de intervención constante por una de observación atenta. En lugar de combatir síntomas, se trabaja sobre las causas: suelos pobres, falta de cobertura, exceso de riego o poca diversidad vegetal.
El resultado es un jardín que requiere menos insumos, menos mantenimiento y responde mejor a los cambios climáticos.
¿Por qué esta tendencia pisa fuerte en 2026?
Porque responde a una necesidad concreta: jardines más resilientes, adaptados a veranos intensos, lluvias irregulares y suelos cada vez más exigidos.
Pero también porque conecta con una forma más consciente de habitar el verde, donde diseño y ecología dejan de ser opuestos.
El paisajismo regenerativo no propone volver atrás, sino avanzar: diseñar espacios lindos, sí, pero que además cuiden el suelo, la biodiversidad y el futuro del jardín. Un cambio de mirada que, en 2026, ya no es nicho: es tendencia.


Fotos: Pinterest.

















