¡Ay, las hortensias! Por años, los muy supersticiosos las evitaban en sus jardines. Y es que esta planta, ahora muy de moda, antes tenía “mala prensa” y el saber popular decía que las niñas que crecían en casas donde había hortensias, difícilmente llegarían al altar.
Por suerte, esas supersticiones quedaron atrás (o simplemente nos importa si llegamos al altar) y las hortensias comenzaron a conquistar patios y jardines con su indiscutible belleza, y a consagrarse como una de las plantas más elegidas para decorar los diferentes espacios.
Románticas, delicadas y tan alegres como nostálgicas, las hortensias regalan floraciones espectaculares en los meses de verano con cabezuelas enormes que pueden ser de color rosado, azulado, lila y hasta blanco. ¡Una belleza!
Las hortensias más difundidas y que más se cultivan corresponden a la especie macrophylla, nativa de Japón y de la que proceden la gran mayoría de las variedades cultivadas hoy en día.
Pero las hortensias tienen una gran particularidad que las distingue de otras especies: sus flores pueden cambiar de color según el pH del suelo.
- Si es ácido, viran hacia el azul.
- Si es alcalino, hacia el blanco.
- Si es neutro, más rosadas.
Esta particularidad no es un dato menor, ya que, con los compuestos químicos adecuados (nitrato de calcio, nitrato de amonio, sulfato de potasio) podemos forzarlas a adquirir el tono deseado y potenciar su color.
Pero es en las variedades de flores azuladas que podemos aprovechar y potenciar el color. Para eso, va a ser necesario mantener el sustrato con un pH ácido (de 4,5 a 5).
En el mercado actual hay una amplia variedad de productos ya preparados para este fin. Sin embargo, también se puede ir por alternativas más caseras como regar dos o tres veces por semana con soluciones de sulfato de aluminio en agua (10 g en 5 litros de agua).
Fotos: Pinterest.
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