“Hoy en día, el kiwi se maneja como un monocultivo; es decir, en todo el año solo está ese frutal en la superficie. Al ser una exótica, suelen ser sistemas poco conectados con el entorno. Además, si bien la producción es orgánica, requiere insumos externos”, explicó Martina Bertolón, docente de Fruticultura de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), quien está comenzando ensayos junto a otras entidades para ver la factibilidad de lograr un kiwi más agroecológico, que conviva con otras plantas e incluso con especies animales menores.
En el sitio de divulgación de esa facultad pública, Sobre la Tierra, se publicó un informe sobre esos ensayos, que se realizan en la Chacra Miramar del Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires. Allí cerca, en el sudeste bonaerense, está enclavado el principal foco de producción de esa fruta, que es originaria de Asia, se popularizó en Nueva Zelanda y hace dos décadas se instaló en la Argentina.
“Mi trabajo buscó generar propuestas más sustentables a partir de la colaboración de instituciones y organizaciones vinculadas a la cadena de producción del kiwi, y de los productores del sudeste bonaerense. Participaron el MDA, la FAUBA, el INTA y el SENASA”, contó Bertolón. Esas instituciones diseñaron en conjunto una producción de kiwis modelo y se enfocaron en aumentar su sustentabilidad.
¿Y cómo se logra una producción de kiwi más ecológica?
La docente añadió que en miras de ese diseño más sustentable utilizó elementos de la agroecología. “Planteamos prácticas que promueven la salud del suelo, la biodiversidad, la integración con el entorno natural, la diversificación la producción y la reducción de los insumos externos. Siempre incluyendo las necesidades y realidades de los productores”.
Sobre un diseño colaborativo, la docente de Agronomía contó que lo plantearon en media hectárea de la Chacra Experimental Miramar: “El kiwi es una liana y se implanta en filas. Entre ellas se pueden incorporar especies hortícolas, forrajeras o corredores biológicos y animales chicos, como gallinas, para diversificar el ingreso de los productores y aumentar la biodiversidad”.
“Con respecto al manejo del suelo, consideramos usar una capa de restos vegetales en vez de una plástica para mejorar la humedad y disminuir la variación de temperatura en el suelo. Además, incluimos el uso frecuente de compost”, añadió.
Finalmente, en la producción de kiwi se suelen usar cortinas forestales de especies exóticas; en especial, casuarinas. El diseño colaborativo propone usar especies nativas e incorporar un estrato arbustivo o herbáceo también nativo.
Bertolón afirmó que los productores de kiwi de la región están interesados en producir de la forma más sustentable posible. “La idea del trabajo fue que el monte frutal de la Chacra Miramar funcione para investigar, innovar y desarrollar tecnologías en conjunto. Que sea una referencia para quienes producen kiwi. Un faro de sustentabilidad”.
Según Martina, que también es profesional del MDA, la fruticultura es ideal para aplicar la agroecología porque suelen ser sistemas que se modifican poco en el tiempo. “Los árboles producen por muchos años y se pueden pensar manejos a mediano y largo plazo”.
“En las dieciséis chacras experimentales del MDA se promueven módulos agroecológicos”, contó Bertolón, y añadió que en la Dirección de Fruticultura del MDA recorren cadenas productivas de frutales de la provincia, como las del kiwi o el olivo, y que cada vez hay más interés en la producción agroecológica.
Por su parte, Georgina García Inza, directora del trabajo de Bertolón e investigadora en el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria de Uruguay, señaló que hay una demanda vacante y con gran potencial en la fruticultura agroecológica. “Este estudio representó un desafío porque es un tema poco abordado”.