El equipo de De Raíz visitó el jardín del Museo Nacional de Arte Decorativo, uno de los rincones verdes más lindos de Buenos Aires. Llegamos para conocer el espacio, entender cómo se cuida y volver a ver de cerca un tipo de jardinería que -a fuerza de práctica- demuestra que lo orgánico no solo funciona: funciona mejor.
Un jardín francés con historia (y vida propia)
Antes de meternos en frutales, es importante recordar dónde estamos parados. El jardín del museo fue diseñado en 1915 por Achille Duchêne, una figura clave del paisajismo francés. Todo ahí responde a su estilo: ejes marcados, simetrías impecables, canteros formales y buxus recortados con una precisión que da gusto mirar.
Pero lo más interesante no está en el diseño original, sino en el presente. Hoy, el jardín está a cargo de Hernán Corominas, paisajista que decidió hacer una apuesta fuerte: dejar atrás los químicos y trabajar 100% con técnicas orgánicas. ¿La razón? Mucha circulación de gente, muchos chicos, y un compromiso real con el ecosistema del lugar.
Acá se hace compost con restos del propio jardín, se aplica solarización para controlar malezas sin pesticidas y se trabaja con materiales naturales que vuelven a la tierra como nutrientes. Un jardín histórico, pero con mirada bien actual.
El tip que salvó a los naranjos
Entre los rincones del jardín francés hay un sector de frutales. Y ahí se nos prendió la lamparita: ¿cómo los manejan en pleno contexto urbano y después de un año de sequía fuerte?
La respuesta fue directa, y Hernán nos lo explicó con un ejemplo concreto. Este es su textual, tal cual:
“Estos narnajos sufrieron mucho la seca de principios de 2025. Lo que hicimos fue agregarles una buena capa de compost y de nuevo el famoso mulch. La recuperacion fue maravillosa…. Es un buen truco porque aparecen hojas nuevas y grandes cuando antes tenía muchas más chicas”.
El resultado lo vimos ahí mismo: un naranjo que venía debilitado volvió a sacar hojas firmes, grandes, brillantes. Y lo mejor: floreció de nuevo.
¿Por qué funciona tan bien?
Porque los frutales consumen muchísima energía en brotación, floración y fructificación. Si el suelo está pobre, seco o compactado, la planta lo acusa enseguida: hojas chicas, pocas flores, ramas débiles, frutos escasos.
El combo compost + mulch actúa así:
• El compost aporta nutrientes reales, mejora la estructura del suelo y activa la vida microbiana.
• El mulch mantiene humedad, regula temperatura y evita pérdidas por evaporación.
• Juntos, generan un suelo más profundo, aireado y fértil, ideal para frutales.
Es una fórmula simple, económica y 100% orgánica.
¿Qué más tener en cuenta con frutales?
1. Sol a pleno
Los frutales necesitan muchas horas de luz para producir bien. Balcones sombreados = pocas flores.
2. Agua medida pero constante
No es riego diario: es riego profundo y regular. Sin charcos.
3. Poda de formación
Abrir la copa ayuda a que entre más luz y aire, lo que mejora floración y evita hongos.
4. Suelo vivo
Compost, mulch y cero químicos. Lo mismo que en el museo: simple y efectivo.
5. Si hay loros, red temporal
Cuando la fruta esté madurando hay que colocar una red para evitar que el loro la coma. Pero no hay que olvidarse de sacarla una vez que ya retiramos los frutos porque la planta sigue creciendo y se encastra la red dentro del follaje y después es muy difícil de sacar.
Un jardín histórico, un manejo moderno
Entre el diseño francés, el cuidado orgánico y los frutales recuperados, el Museo de Arte Decorativo demuestra algo clave: la jardinería cambia, se adapta y mejora cuando vuelve a lo esencial. Compost, mulch, observación y paciencia.
Y si el truco funcionó con naranjos que venían golpeados, seguro puede ayudar a los de tu casa también.


















