El 5 de junio es el Día Mundial del Ambiente, fecha establecida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para recordar la frágil situación que atraviesa el planeta, y al mismo tiempo para crear conciencia y colaborar a cambiar esta realidad, cada uno desde nuestro lugar, y haciendo un mínimo aporte, como reza esa frase del colectivo popular: La gota rompe la piedra no por su fuerza, sino por su constancia.
Es por eso que para conmemorar este día tan especial, desde el equipo De Raíz decidimos visitar y dar a conocer el ejemplar trabajo que realiza la cooperativa de reciclado Creando Conciencia, la cual cree en el trabajo social como la única manera de construir una sociedad más justa.
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En diálogo con De Raíz, Ramiro Martínez, fundador de la cooperativa de reciclaje, cuenta que en l0s casi 16 años de historia de la cooperativa, nunca se cambiaron los dos objetivos fundamentales: la inclusión social de los cartoneros y el cuidado ambiental. “Diariamente viajaban los cartoneros en el tren blanco desde Benavídez hacia la ciudad autónoma de Buenos Aires. Nosotros los agrupamos y trabajamos sobre el pensamiento colectivo como salida a una economía que en ese momento era de supervivencia diaria en una coyuntura posterior a lo que fue la crisis de 2001”, relata.
En ese marco de cuidado ambiental con inclusión social comenzaron a trabajar seis asociados y hoy son cerca de 60. “Estamos dividido en tres áreas, la planta de recolección, acondicionamiento y clasificación, el área de recolección y el área de procesamiento y producción”, describe Martínez y remarca que la cooperativa está integrada en un 60% por mujeres. “Esto también es una certeza al menos dentro del área de gestión de residuos, que el género femenino tenga gran representación en este tipo de cooperativas, por la rapidez en el trabajo de clasificación y acondicionamiento, y además en la ductilidad de ese formato de trabajo”
Magalí Arredondo trabaja todos los días en la administración de la cooperativa Creando Conciencia y cuando entró hace 11 años como clasificadora no estaba desplegada toda la infraestructura actual sino que le tocaba separar directamente desde esas enormes montañas de bolsas que les llegaban.
Hoy ese proceso de separación y clasificación se hace sobre una cinta, y Magalí comenta que “se empieza por la casa de cada vecino, ya sea Nordelta o Villanueva, y si se trata de empresas se hace con cada uno de los trabajadores, los cuales deben separar los residuos colocándolos limpios y secos en bolsas diferenciadas. Mientras sea material reciclable puede ir en una bolsa y luego lo clasificamos en la planta, sobre la cinta”.
“Nosotros brindamos tres tipos de servicios: el de recolección diferenciada de residuos, el servicio puerta a puerta y el servicio de recolección en “eco puntos”, aunque también damos el servicio en empresas a las cuales recepcionamos el material. A medida que llegan los bolsones los tiramos en la cinta para clasificarlos. Arrancamos con la separación de plástico PET que seria el de las botellas de agua o gaseosas, cartón, planillas, papel de segunda, diarios y tapitas. Cada cosa se separa por color y se acondiciona, por ejemplo a las botellas de PET les quitamos la tapa y la etiqueta si llegara a ser contaminante”, describe Magalí.
Luego, a medida que avanza la cinta se separan latitas de aluminio y los envases de aerosoles o desodorantes, para llegar luego a un sector llamado de rechazo o reciclado negativo a donde va a parar todo aquello que está mal reciclado o contaminado. “Todo este rechazo no va al relleno sanitario sino que se dirige a las plantas sociales del Ceamse en donde se le da otra oportunidad de recuperación”, cuenta Magalí Arredondo.
En el proceso de reciclado, se arman fardos de cada material, por ejemplo cartón o latas compactadas y es el último paso necesario para reducir el volumen de acopio. Y lo más interesante es que hasta el telgopor tiene un espacio de transformación en la cooperativa dado que convierten al poliestireno expandido en útiles escolares.
En cuanto al vidrio, este se separa por cristal y color. Una vez que se llenan los bolsones, pasan a un sector donde se tratan con una maquina moledora especialmente hecha en la cooperativa, la cual rompe la botella pero sin molera, algo necesario para reducir el espacio de acopio.
“Como cooperativa consideramos que es clave transmitir este proyecto y poder darle a los vecinos un producto con algo que ellos mismos separaron en su casa y hacerle ver que de verdad se recicla y recupera y que no todo va a un relleno sanitario sino que se pueden hacer otras cosas”, resalta Magalí.
Desde Creando Conciencia comentan que aunque las nuevas generaciones “son la mejor policía ambiental” en este tema y las más comprometidas, intentan seguir contagiando a otras cooperativas brindando capacitaciones y acompañamiento para hacer crecer el proyecto y seguir brindando una solución real a la gestión de residuos.
A su vez, relatan que falta reforzar una serie de normativas importantes para continuar en la senda de transformación de residuos tales como la Ley de Envases que están trabajando junto a un par de federaciones, debido a que los envases plásticos reinsertados representan solo el 12%.
En la cooperativa entienden que el trabajo territorial es fundamental, por ende, se colabora puertas abiertas desde la cooperativa con el municipio y con la convicción de generar cada vez más espacios de inclusión.
Acerca de Creando Conciencia
Fundada en 2005 por un grupo de vecinos preocupados por la disposición final de los residuos sólidos urbanos, Creando Conciencia se conformó como una empresa social en la cual se diseñó un proceso de recolección diferenciada para barrios privados de la localidad de Tigre. Posteriormente se sumaron el Complejo Nordelta y otros grandes barrios cerrados de la zona de Benavídez, hasta lograr, en la actualidad, la recolección de material reciclable en la totalidad del complejo.
Tienen una planta donde recepcionan, acondicionan y procesan el material, con su posterior reinserción en la industria. A sus clientes les garantizan la trazabilidad de los residuos mediante certificados avalados por el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), ya que, desde el año 2013, cuentan con la Certificación de Destino Sustentable emitida por dicho Organismo.