Hace más de quince años que Mariela Schar, al frente de EntrePlantasViajes organiza viajes botánicos por el mundo. Con cada itinerario busca algo más que jardines: apunta a las historias, las personas y los paisajes que marcan tendencia en el diseño. Pero hay un evento que jamás falta en su calendario: el Chelsea Flower Show. Es una exhibición de horticultura de renombre mundial que se celebra anualmente en los terrenos del Royal Hospital Chelsea en Londres
Este año, como cada mayo, Mariela volvió acompañada por un grupo de paisajistas y jardineros, algunos con una trayectoria enorme. Más allá de los premios oficiales que ya mostramos en estas páginas, lo que nos interesaba era su mirada, esa mezcla de sensibilidad botánica, ojo viajero y experiencia en el terreno. ¿Qué jardines le llamaron la atención más allá de las medallas?
“La muestra, más que paisajismo, muestra excelencia y calidad de plantas”, nos cuenta Mariela. “Chelsea siempre se caracteriza por estar a la vanguardia, por marcar tendencias e innovar en diseño. Por eso sorprendió que este año el premio Best in Show haya sido para un jardín tan clásico como el japonés ‘Cha no Niwa – Japanese Tea Garden’. Estaba impecablemente hecho, con una ejecución perfecta y una selección de plantas de altísima calidad, pero era una propuesta muy tradicional, sin grandes novedades. A mí, personalmente, me conmovió mucho más lo que hizo Nigel Dunnett, y también el impactante stand de Sudáfrica, que fue realmente impresionante.”
El jardín japonés: perfección y armonía
El jardín ganador de esta edición fue Cha no Niwa – Japanese Tea Garden, una propuesta que rinde homenaje a la ceremonia del té y a los principios estéticos del diseño japonés: sobriedad, armonía y contemplación. La composición jugaba con el vacío, los recorridos silenciosos, las texturas de la piedra y el verde controlado. Nada sobraba. Todo estaba en su justo lugar.
El diseño incluía una cabaña tradicional, senderos de piedra, superficies rastrilladas y un minucioso trabajo de poda y selección de especies. Si bien no aportó rupturas ni innovaciones formales, convenció al jurado por su precisión técnica y la calidad impecable de las plantas, adaptadas al clima inglés y tratadas con una maestría que evidenciaba décadas de tradición hortícola.

El jardín de los sudáfricanos
Uno de los jardines que más impacto generó, tanto en el público como en este grupo que recorre el mundo viendo paisajes, fue el de Sudáfrica. Concebido por el horticultor Leon Kluge y el artista Tristan Woudberg, el jardín Living Oceans ganó medalla de oro. Recrearon un paisaje costero dramático, inspirado en la confluencia de los océanos Índico y Atlántico.
El montaje incluyó más de 25.000 tallos de plantas nativas, como fynbos, suculentas, Streptocarpus azul, orquídeas Disa, Sandersonia aurantiaca y los inconfundibles lirios de fuego. Era un cañón vegetal y sensorial, con montañas de proteas y una narrativa visual que hablaba del poder de la biodiversidad. Fue la segunda medalla dorada consecutiva para Sudáfrica, consolidando su lugar en el podio global del diseño y la conservación botánica.


Nigel Dunnett y un jardín con legado
El otro gran favorito de Mariela fue el jardín diseñado por Nigel Dunnett, uno de los paisajistas más influyentes del Reino Unido, conocido por sus propuestas sustentables y emocionalmente potentes. Su jardín, titulado The Hospitalfield Arts Garden, obtuvo una medalla Silver-Gilt, pero dejó una huella difícil de borrar.
“La elección de los planos, el manejo del espacio, los colores… fue maravilloso”, señaló Mariela.
Este jardín no solo impresionó por su belleza, sino por su propósito: luego del show será trasladado a una escuela primaria en Arbroath, Escocia, donde funcionará como espacio educativo y artístico.
Inspirado en los paisajes de dunas costeras, combinó colinas de arena sostenidas por estructuras de madera escultóricas, un pequeño estudio para artistas (bothy), un estanque de recolección de agua de lluvia y un sustrato completamente mineral (arena, grava, concreto triturado), sin tierra vegetal. Las especies elegidas, resistentes y de gran carácter, incluían Armeria maritima, Geranium palmatum, Euphorbia mellifera y Tamarix ramosissima.


Chelsea sigue siendo el escenario donde se cruzan culturas, sensibilidades y visiones del futuro. Y también es ese lugar donde cada jardinero o paisajista encuentra su propio jardín favorito. Como bien lo dijo Mariela, “lo maravilloso no siempre es lo que gana”. A veces, lo que queda en la memoria es otra cosa: una curva bien plantada, un color inesperado, una emoción compartida entre plantas.