Por Bichos de Campo
Pero la Argentina también produce la fruta. Y según el investigador Gerardo Tenaglia, especialista del equipo de investigación del IPAF Región NEA del INTA, la banana argentina es muy particular porque ha logrado adaptarse a situaciones no muy comunes: se produce en las provincias del norte, que tienen un clima subtropical, pero que no está exento de la posibilidad de sufrir heladas. Por eso las variedades locales son de gran valor agronómico y deben ser custodiadas.
Tenaglia, que trabaja en la zona formoseña de Laguna Naineck, donde desde hace décadas existe uno de los polos productivos de la banana argentina, armó desde hace muchos años una colección de variedades nativas, que se sumó a partir de 2021 a la Red de Bancos de Germoplasma (RBG) del INTA, que así ya cuenta con 21 bancos activos de recursos fitogenéticos distribuidos en diversas áreas ecológicas y un Banco Base que guarda un duplicado de las colecciones de semillas. Desde Jujuy hasta Tierra del Fuego e incluso en la Antártida, el INTA conserva más de 40 mil entradas de material genético de diferentes especies vegetales.
En el caso de la banana, el banco conserva 51 entradas listas para compartir material genético con programas de mejoramiento, de las cuales 48 son líneas de banana AAA y 3 de plátanos diferentes. El investigador del INTA adelantó que este año incorporarán 20 accesiones más del NEA y otras 20 del NOA para llegar a un total de unas 90 entradas.
“Los bancos de germoplasma tienen como función principal, cualquiera sea el cultivo que se esté trabajando, la de conservar la variabilidad genética que existe en el ambiente. Son una herramienta de preservación y desarrollo de especies vegetales de interés para la alimentación mundial, dado que el 20 por ciento de la diversidad vegetal está en riesgo de erosión genética o pérdida”, explicó.
“La banana, al no tener semillas no puede reproducirse mediante la generación de nuevas recombinaciones, es decir, no podemos hacer cruzamientos. Entonces, la variabilidad que existe aparece a través del tiempo con las mutaciones espontáneas que tiene la naturaleza”, explicó Tenaglia. De ahí la importancia de conservar los materiales, porque no hay forma de volverlos a regenerar, una vez que se perdió esa planta.
A campo, según explicó el especialista, hay unas 8.500 a 9.000 hectáreas de banana en producción entre el NEA y el NOA. Formosa tiene una de esas zonas de producción y alberga la sede del IPAF y el banco de variedades. En Misiones hay una incipiente superficie, en tanto que en Salta y Jujuy la principal zona productiva son las localidades de Orán y Yuto.
-¿Entonces hay muchas variedades diferentes de bananas? ¿No son todas las bananas iguales?
-No, para nada. Hay una variedad importantísima, una variabilidad genética como la llamamos nosotros los mejoradores. La banana ingresó a la Argentina a finales de los 50, a principios de 1960. Y ha sufrido cambios en base al clima subtropical con algunas heladas que tiene la Argentina. Se ha ido adaptando a ese ambiente. Y esto es único porque es un cultivo tropical que no resiste la helada. Entre el material adaptado y el manejo que le vamos dando, se va acomodando material nuevo.
-¿Entonces nuestro clima fue perfilando variedades argentinas?
-Totalmente. Son más resistentes a las heladas cuando se presentan en esa zona. Aunque estemos muy al norte de la Argentina, de vez en cuando alguna helada se escapa.
-¿Entonces no es que nosotros implantamos variedades de otros lados?
-No, para nada. Nosotros, aparte del banco de germoplasma que salió como una necesidad para el futuro, también hacemos mejoramiento genético. Y tenemos variedades internacionales como testigos. Y el material, en este ambiente argentino, se comporta muchísimo mejor. En el ensayo, por lo menos hay 38 o 40 líneas que superan al mejor testigo internacional. Lo superan en rendimiento. En cantidad de kilos por cacho o más para el productor en cajas por hectáreas.
-¿A qué apunta el mejoramiento que hacen en Laguna Naineck?
-Es el corazón de la producción de Formosa. Y como trabajamos para la agricultura familiar, tratamos de que sea un material que sea resistente en enfermedades, para que no utilice fungicidas. También en bajar la altura de la planta, para un productor que no dispone de grandes maquinarias sino más de fuerza familiar. Entonces, todos los esfuerzos de mejoramiento están puestos en bajar los insumos agroquímicos, y bajar las labores en el campo, y por supuesto conseguir una excelente fruta para que pueda llegar al mercado y lograr un buen precio.
-¿Y se trabaja en modificar la calidad de la fruta o el tamaño? La banana argentina suele ser más chica que la importada… La banana de Ecuador luce perfecta.
-Mira, en cuanto al tamaño nunca lo vamos a poder alcanzar porque tenemos fríos. Pero sí lo superamos en sabor. Cuando uno prueba el material nuestro es un poco como pasa en toda fruta: Nosotros cosechamos y a la tarde, a la noche se va y a la mañana está en el mercado. La fruta pasa muchísimo más tiempo en la planta y agarra mejor sabor. Pasa con la uva, la pera, la manzana, con todo el material. Entonces esa es la que nosotros empezamos a explotar. No logramos una banana de 40 centímetros como la que viene de afuera, pero es un tamaño muy respetable de 27 a 28 centímetros con un excelente sabor. Es nuestro caballito de batalla.
-¿Los materiales nacionales fuiste colectando ahí de productores de la zona o el propio INTA ya los tenía?
-Es toda una colección de toda la zona, de productores de Formosa. Por supuesto que lleva muchísimos años. Hace 20 y pico de años, si mal no me acuerdo, la cantidad de años que tiene encima. Pero se hizo todo un trabajo de selección, se pasó por marcadores moleculares, y entre esa evaluación y la evaluación fenotípica, se hizo una selección de un núcleo base que representa todo la mayoría del material que hemos trabajado, para mantenerlo para las generaciones futuras.
-¿Para eso sirve un banco de germoplasma?
-Tiene un valor intangible altísimo, pero intangible. De acá a 30 años nos van a decir, menos mal que lo conservaste. En este momento es un banco de germoplasma y parece que es un lugarcito que está borrado ahí, pero para la generación futura el valor es altísimo. ¿Cuál es la idea de esto? Mira, va a cambiar el ambiente, ya está cambiando, no sabemos para dónde va a salir. Nuestro material es 100% diferente al resto de los bancos de germoplasma. Entonces, ¿quién te dice que no esté acá lo que haga falta para el futuro?