Charlar con Ignacio Montes de Oca siempre es un gusto enorme, por la pasión que pone en su relato, y en cada uno de sus trabajos. Además, charlar con él o ver algunos de sus tantos trabajos te teletransporta a la selva misionera, su terruño amado, en todo su esplendor. Al mismo tiempo, se percibe en su análisis el amor por la ruralidad, la cual, en su visión, “hoy es considerada como una empresa más de un mundo muerto” porque se ha desconectado de su poder vital y hasta se la mal entiende al momento de interactuar con ella.
¿Y qué mejor que consultarle a él para saber qué tendencias marca hoy el paisajismo? “Los clientes y los jardines se están estructurando en un eje más profundo en su concepción, ejecución y manejo cultural posterior; por lo general los pedidos se centran en el desarrollo de sistemas que se muestren exuberantes, diversos y que consoliden una prestación ecológica sostenible y funcional para el cotidiano particular de cada integrante de la vivienda, oficina, local comercial y/o emprendimiento que albergue una comunidad de plantas”, dijo el paisajista en diálogo con De Raíz.
Puntualmente, en las áreas interurbanas de Buenos Aires con un clima subtropical forzado y en condiciones entre muros, Montes de Oca comentó que “las que mas resuelven son las especies de comunidades vegetales de climas tropicales secos y húmedos, porque dialogan con estas peculiares y extremas condiciones. Hablo de plantas resistentes a la vida en contenedores, para debajo de semicubiertos o interiores que conviven con climas secos, tanto sombríos como soleados. Por ejemplo: las palmeras, ya que tienen alta resistencia a la sequía y exposición solar, y porque además presentan un nivel de diversidad en los viveros, lo que posibilita su instalación en patios con diversas luminosidades, y también terrazas e interiores”.
Este grupo de la familia botánica Araceae, también tiene escaso manejo cultural (podas y afectaciones fitosanitarias) según Montes de Oca, siempre y cuando se regularice su riego y se le adicione materia orgánica de modo activo, especialmente en macetas y espacios limitados como las cubiertas verdes. A su vez, el paisajista misionero incluyó dentro de las elecciones de sus clientes a “especies de grupos vigorosos y resistentes de las familias botánicas Zingiberceae (Alpinias, Hedychium, Costus, Zingiber, Curcuma), Strlitziaceae (Strelitzia alba, reginae, nicolai, juncea) y Musaceae (Musa paradisiaca, sumatrana y coccinea, Ensete ventricosum)”.
En cuanto a especies como Heliconias y Ravenala, también pedidas por sus clientes, Montes de Oca manifestó que “esos ya son grupos mas sufridos, aún en climas urbanos templados como el de Buenos Aires, donde la temperatura es moderada sin presencia de heladas, pero por debajo de los 10 grados generalmente sufren la pérdida o deslucimiento de su follaje”.
Queda claro que para el paisajista, el diálogo con el entorno selvático es necesario y se vuelve hasta un leit motiv de sus trabajos. En efecto, el propio Montes de Oca reconoció que su mejor trabajo de paisajismo es el logrado en su propia chacra de Misiones. En este contexto, aclaró que como “las heladas ocurren por lo general en todo el territorio argentino, hay que saber leer entre líneas a nuestros espacios y jardines para saber qué especies pueden atravesar los meses mas fríos para luego tener nueve meses de buena vida. Sólo así podremos lograr esa línea de poesía en el dialogo con nuestro entorno inmediato”.
La concepción de Montes de Oca, sobre pensar y ver al paisajismo con una mirada más generosa de la meramente ornamental, es por demás de interesante: “El paisajismo se ha desarrollado como un complemento de la arquitectura y el urbanismo, y sesgado en su impacto más profundo, se ha convertido en formas y plantas, en tendencias caprichosas que no formulan ni desarrollan el verdadero poder que le corresponde a esta disciplina”.
“Aunque en la actualidad, a nivel humanidad se pueda conocer todo lo que sucede en cada parte del planeta, desafortunadamente vemos cada vez más aspectos del deterioro de los sistemas naturales, empobrecidos, desconectados y que no ejercen el poder suficiente que tiempo atrás animó a nuestra especie a vincular en la fundación, expansión y desarrollo de sus comunidades”, agregó con esa profundidad que caracteriza su análisis.
Es por esa razón que para Montes de Oca “el cambio de postura demanda coraje” y que por eso es necesario que el paisajismo sea concebido como remodelador y rediseñador de esquemas. “Esta no debe ser sólo una mera alabanza a la naturaleza, sino más bien la búsqueda de un sistema de valores y de capacidades; que los paisajistas, con lo variopinto que somos en la actualidad, podamos reestructurar esa yunta de planificación de lo muerto (arquitectura, ruralismo y urbanismo) y la hagamos tirar hacia el encuentro de una nueva habitabilidad y convivencia”, definió.
Las tendencias en las que Montes de Oca articularía el paisajismo con la arquitectura, según su visión, “pasan por desarrollar hogares verdaderamente equilibrados entre lo vivo y lo no vivo. ¿Cómo? Incorporando cubiertas verdes (techos verdes, green roofs) en tanto sea posible, y lograr que los hogares interactúen positivamente en vivencias, vistas y productos. En el urbanismo la tendencia actual y futura es la de ocupar estratégicamente los recursos bióticos para atenuar y desintoxicar los ambientes y residuos”.
Por lo tanto, para el paisajista, es necesario “planificar nuestros paisajes y articularlos con nuestras vivencias para adaptarnos mutuamente. Ese será el mejor camino creativo que tengamos como especie”.
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