Cuando llega el calor y la huerta entra en su etapa más intensa, el riego se vuelve uno de los temas clave.
Muchas plantas se secan, otras se estancan y algunas directamente colapsan… no por falta de agua, sino por mal riego. Porque regar todos los días no siempre es sinónimo de regar bien.
El gran error del verano es mojar seguido pero poco. Ese hábito, tan común como engañoso, termina formando raíces débiles, plantas dependientes y suelos poco saludables. En cambio, aprender a regar de manera correcta —entendiendo la diferencia entre riego profundo y riego superficial— hace que la huerta se vuelva más fuerte, más autónoma y mucho más productiva.
Qué es el riego superficial (y por qué suele fallar)
El riego superficial es el más frecuente en huertas y macetas: poca agua, aplicada rápido, que moja solo la capa superior del suelo.
A simple vista parece efectivo porque la tierra se ve húmeda, pero en realidad el agua no llega a donde más se necesita: las raíces profundas.
Este tipo de riego genera varios problemas:
- Las raíces crecen hacia arriba, buscando humedad.
- La planta se vuelve más dependiente del riego diario.
- El suelo se seca más rápido con el calor.
- Se favorece el estrés térmico y la deshidratación.
Es típico del riego con manguera “por arriba”, del chorrito rápido o del riego apurado cuando el sol ya está fuerte.
Qué es el riego profundo (y por qué es clave en verano)
El riego profundo consiste en aportar suficiente agua para que penetre varios centímetros en el suelo, llegando a la zona donde se desarrollan las raíces principales.
No implica regar más veces, sino regar mejor. A veces incluso significa regar menos seguido, pero de manera más consciente.
Los beneficios son claros:
- Las raíces crecen hacia abajo, buscando humedad estable.
- La planta tolera mejor el calor y los días extremos.
- El suelo conserva humedad por más tiempo.
- Se reduce el estrés hídrico y térmico.
- La huerta se vuelve más equilibrada y resistente.
En primavera y verano, este tipo de riego es fundamental para hortalizas, frutales, aromáticas grandes y plantas en suelo.
Cómo saber si estás regando profundo de verdad
Hay una forma simple de chequearlo: después de regar, meté el dedo o una herramienta fina en el suelo.
- Si la humedad llega solo a los primeros centímetros, el riego fue superficial.
- Si la tierra está húmeda en profundidad, vas por buen camino.
Otra señal clara es el comportamiento de la planta:
- Plantas que se caen rápido con el calor suelen tener raíces superficiales.
- Plantas firmes, que aguantan horas de sol, suelen tener buen sistema radicular.
Cuándo conviene regar profundo y cuándo no tanto
El riego profundo es ideal para:
- Huertas en suelo
- Canteros
- Frutales
- Aromáticas grandes
- Plantas establecidas
En cambio, en macetas chicas o almácigos jóvenes, el riego debe ser más controlado y frecuente, porque el volumen de tierra es limitado. Aun así, la idea sigue siendo la misma: no mojar solo la superficie.
Horarios y frecuencia: tan importantes como la cantidad
Para que los riegos profundos funcionen bien:
- Regar temprano a la mañana o al atardecer.
- Evitar las horas de sol fuerte.
- Permitir que el suelo absorba el agua lentamente.
- Espaciar los riegos, pero hacerlos efectivos.
En pleno verano, muchas huertas funcionan mejor con riegos profundos una o dos veces al día, dependiendo del clima, el suelo y el tipo de cultivo.
El suelo también riega: mulch y estructura
Los buenos riegos profundos se potencian si el suelo está cubierto. El mulch (paja, hojas secas, compost, chips) ayuda a:
- Conservar la humedad
- Reducir evaporación
- Mantener temperatura estable
- Proteger las raíces
Sin cobertura, incluso el mejor riego pierde efectividad.
Fotos. Pinterest.




















