Tomá asiento y guardate unos minutos para leer esta nota y disfrútarla porque vamos a charlar con Gabriel Burgueño y es lindo darse el gusto de conocer a las personas que tienen historias para contar. Esperamos que con su testimonio podamos recrear algunas de sus experiencias y las puedas hacer propia.
Gabriel Burgueño es sin dudas uno de los referentes en la carrera. Quienes lo conocen saben que pone cuerpo y corazón en la docencia. Tuvimos la suerte de charlar con él y que nos cuente un poco sobre los inicios en la profesión. Hoy charlamos sobre nuestra querida Universidad de Bs As.
¿Cuándo se empieza a escuchar la palabra paisajismo?
Esta es una profesión de más de un siglo en la región, pero la licenciatura que es la primera carrera de grado de la temática dictada en la Universidad de Buenos Aires, tiene 30 años.
Como concepto fue introduciéndose a través de los diferentes escenarios como el cambio climático, la concentración de la población en ciudades, el impacto de las actividades productivas y de consumo sobre los ambientes naturales, y la biodiversidad, lo que nos llevó a una reflexión sobre la profesión del paisaje.
A partir del encuentro con Europa, los paisajes latinoamericanos se han ido resignificando y el flujo de migraciones sumado a una cultura europeizante forjó una mirada de desprecio hacia los elementos locales, especialmente las pampas que se percibían como vacío y espacio para cultivo y vacas.
¿Cuáles fueron los referentes o matrices inspiradoras para el paisajismo en la argentina?
La llegada de Carlos Thays y otros paisajistas franceses reforzó y revalorizó la mirada de la profesión, al tiempo que jerarquizaba algunos aspectos de los paisajes regionales: el propio Thays trabajó en proyectos de los primeros parques nacionales a principios del siglo XX y puso en cultivo numerosas especies nativas. Recordemos el cultivo pionero de tipa, jacarandá, lapacho, palo borracho, ceibo, entre otros.
Otro referente, Benito Carrasco (quien se formó con Carlos Thays) fue quien fundó la disciplina universitaria hace más de un siglo, al crear la Cátedra de Parques y Jardines de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. Esto fue luego de organizarse otras cátedras en diferentes universidades del país y de la región, y de surgir como espacio de posgrado a fines de los 70s, durante los 80s y formalizarse en 1992. Ya en 1993 se cursó por primera vez la carrera.
El contexto en el que se creó tuvo relación con una impronta de ornamentación y acompañamiento de la obra humana, donde el paisaje complementaba la arquitectura. En efecto, hubo proyectos de denominar a la carrera como Arquitectura del Paisaje, hecho que generó posiciones a favor y otras no tanto.
En el mundo existen carreras de la especialidad desde el siglo XIX y en el siglo XX fueron creadas varias otras donde la impronta ambiental comenzó a aparecer.
Imagino que el enfoque de la carrera fue cambiando con los años, ¿Cuál fue el camino?
El enfoque con el que se dan las clases iniciales incluía esa mirada tradicional, donde el color, la forma, los materiales inertes fueron ejes del proyecto de paisaje. Se destacan personalidades como Martha Marengo de Tapia, una de las pioneras en la creación, gestión y dirección de la carrera en la que participaron además, Marta Ibarborde y Gloria Brener, entre otras referentes por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, y Rolando León por la Facultad de Agronomía.
Una de las particularidades de la carrera es la transdisciplina que de alguna manera está presente en cualquier escala y situación del paisaje. Vale decir que surgió como carrera que se cursa en las dos facultades – Arquitectura, Diseño y Urbanismo y Agronomía – , hecho que desde la propia creación refuerza el rasgo de complejidad y diversidad de aproximaciones que hacen a la actividad profesional, de investigación y de reflexión.
¿Crees que se cambia la forma de pensar el paisajismo con el correr de los años?
Hoy el contexto es diferente y expone la complejidad ambiental, el crecimiento de las ciudades y los cambios tecnológicos a ritmos inéditos. A su vez, internet, las redes sociales, las imágenes siempre a mano, sumadas a la facilidad para viajar nos reduce la posibilidad de asombro. Si bien hay temas de todos los tiempos, como el jardín y el parque privado, hoy aparecen otros ámbitos como los rellenos sanitarios, las reservas urbanas, los barrios de vivienda popular, las grandes infraestructuras. En estos sitios también se entiende la necesidad del enfoque del paisaje, ya no para decorar, sino para incorporar sombra a la población, rehabilitar un sitio contaminado, restaurar un área empobrecida de especies, emitir un mensaje de interpretación ambiental, o integrar la naturaleza a la vida urbana. Claro está, sin descuidar los aspectos escénicos. Simultáneamente, se enfoca el paisaje como una serie de herramientas para dialogar entre perfiles de personas muy diversos, donde participen, se las escuche y se vinculen sus necesidades y anhelos con el proyecto concreto.
Hoy la disciplina muestra un abanico enorme de campos de acción, con una normativa aún pendiente, pero con antecedentes muy fuertes, como la matrícula local que otorga el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) que jerarquiza la actividad y la equipara a otras actividades matriculadas.
Tal vez y de a poco, el simple diseño de un espacio verde da lugar a nociones más ricas e integradoras como Infraestructura Azul y Verde, Soluciones basadas en la Naturaleza o Adaptaciones basadas en Ecosistemas; pero también Sustentabilidad socioambiental, identidad en el paisaje y restauración ecológica, por nombrar algunas.
Si pensamos en trabajar con el paisaje hoy ¿Cuál sería la salida laboral?
Hoy somos un gran número quienes egresamos, aún es una carrera chica en comparación a otras de la UBA. Han surgido varios referentes como quienes ocupan espacios de investigación, docencia, extensión, gestión pública, planificación privada de gran escala y que llevan a cabo proyectos, publicaciones, asesoramiento y liderazgo en equipos de diseño integral.
Las tareas son diversas como los espacios de trabajo, ya sean estudios propios, de equipos del mismo perfil, grupos de transdisciplina, equipos de gobierno, desarrollos particulares, viviendas unifamiliares o conjuntos, espacios fabriles, ámbitos ferroviarios, municipios, provincias, Estado Nacional, organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales, por nombrar algunos.
La actividad ha crecido, cada vez más se requiere este perfil a la par de los conocimientos de arquitectura, urbanismo, agronomía, geología, ingeniería, gobernanza, sociología o antropología, para planificar ciudades, tendidos, equipamiento o áreas libres.
El futuro nos irá guiando por dónde transitar para ser más útiles y dar respuesta a un mundo en crisis, un mundo desigual, un mundo asimétrico. Afortunadamente hoy se visibilizan todos estos aspectos y se trabaja para lograr equiparar y dar oportunidades a toda la población, lejos de resolver los problemas, pero con la claridad de ponerlos sobre el escenario.
Un consejo que la darías a alguien que quiere empezar la carrera ¿Con qué se va a encontrar?
Cursar esta carrera significa encontrar un diálogo de ambiente y ciudad; de naturaleza y cultura; de sensibilidad y creatividad. El paisaje se aprecia, se conserva, se planifica y se mantiene. Pero también puede ocurrir lo contrario si la sociedad no se enfoca en su tratamiento. Esta carrera es una manera de participar en las decisiones sobre paisajes variados que requieren que el ojo humano los jerarquice.
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PH: freepik.es
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