Este lunes 29 de agosto se celebró en Argentina el Día del Árbol.
Es por eso que en De Raíz decidimos compartirte la ficha botánica de uno de los más emblemáticos de la Ciudad de Buenos Aires: el Jacarandá (Jacaranda mimosifolia).
Esta especie fue incorporada al paisaje porteño por el famoso diseñador francés Carlos Thays a finales del siglo XIX.
Si bien es originario del noreste de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay, en 2015 fue declarado árbol distintivo de la Ciudad Buenos Aires por la Legislatura porteña.
Incluso es una de las 36 especies permitidas para ser plantadas en las veredas porteñas ya que sus raíces no traen demasiados problemas en las veredas.
“Las veredas porteñas son el hogar de 13.873 jacarandás, y otros 5.050 crecen en los espacios verdes. Principalmente se observan en las avenidas Figueroa Alcorta, Sarmiento, 9 de Julio y San Juan. En cuanto a los espacios verdes, los encontramos principalmente en los alrededores de la Embajada de los Estados Unidos, el Parque Los Andes y el Jardín Botánico”, aseguran desde Infobae.
Cuando florecen (durante el mes de noviembre justo después de que el árbol pierde sus hojas) tiñen de violeta las calles porteñas y ofrecen un espectáculo visual digno de admirar y fotografiar.
FICHA BOTÁNICA
Género: Jacaranda.
Familia: Bignoniaceae.
Origen: Noreste de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay.
Nombre científico: Jacaranda mimosifolia.
Nombre común: Jacarandá, Tarco.
Característica principal: Sus bellísimas flores violetas tubulares de hasta 5 cm que crecen en racimos apretados en la punta de las ramas.
Tamaño: Entre 15 y 20 metros de altura por 10 a 17 m de diámetro. Su copa es de irregular a ovoide. Crece rápido en los primeros años, pero luego su crecimiento es medio.
Floración: Ocurre en primavera avanzada y puede haber una segunda floración a principios de otoño.
Fruto: Es una cápsula con dos valvas leñosas de bordes ondulados, que se abre hacia la madurez y suelta innumerables semillas livianas, rodeadas por un borde alado.
Luz: Prefiere una exposición a pleno sol.
Riego: Al tener las raíces muy superficiales es conveniente un riego abundante sobre todo en ejemplares jóvenes. A medida que crece se hace más rústico y puede aguantar mejor la sequía.
Temperatura: Se adapta a distintas zonas tropicales, subtropicales y templadas siempre y cuando no haya heladas fuertes. Los ejemplares jóvenes no toleran temperaturas menores a 0°C, pero si se los protege durante los inviernos con coberturas (como telas o mulch), luego de 3 o 4 años pueden tolerar heladas leves.
Sustrato: Rico en nutrientes y poroso,.
Plagas: Es sensible al ataque de la “chinche de encaje” (Teleonemia validicornis) y de la cochinilla del aguaribay grande (Ceroplastes grandis).
Reproducción: Por semillas.