Las trepadoras o enredaderas son un acierto a la hora de aprovechar espacios reducidos y además nos ofrece un concepto verde en pocos metros. Es por eso que vamos a dedicar unas líneas a ver la diferencia entre trepadoras y enredaderas, ¿Cuáles necesitan ayuda para trepar y cuáles no?
Además, son buenas generadoras de sombra natural. Y si elegimos trepadoras caducas, estás nos permiten tener un rincón cálido en invierno, por la caída de las hojas, fresco en verano bajo el follaje, muchas veces perfumado. Son ideales para cubrir muros o cercos rápidamente y darnos privacidad con los vecinos, o bien generar privacidad en el mismo jardín.
Pero antes es clave evaluar bien qué especie vamos a poner en nuestro espacio a intervenir, ya que necesitamos saber cuál será su uso, clima y orientación para que se adapte rápidamente y no tenga problemas de sanidad o de espacio a futuro. Según los órganos que desarrollen para poder trepar (raíces adventicias, tallos volubles, zarcillos o espinas), a las trepadoras o enredaderas las podemos clasificar en 5 grupos diferentes:
Trepadoras o autónomas: producen raíces adventicias diminutas, que son aquellas que no provienen de la radícula del embrión, sino que se originan en cualquier otro lugar de la planta, con lo cual pueden adherirse a muros o arboles y no requieren ningún tipo de ayuda. Por ejemplo, la Hedera helix.
Trepadoras mediante zarcillos: tallos u hojas de los que se sirven para sujetarse a una superficie o a otras plantas. Son órganos de sujeción que tienen la capacidad de enroscarse, y como ejemplo podemos nombrar la Passiflora caerulea.
Enredaderas: tienen tallos largos y volubles que se enredan a tutores, alambres y todo tipo de soporte o estructuras. Un ejemplo de este tipo lo es la Campsis radicans. Ipomoea purpurea.
Apoyantes: no tienen órganos que les brinden la capacidad de sujetarse, con lo cual deben apoyarse sobre algún tipo de soporte o estructura. Es fundamental ayudarlas con el guiado, sobre todo al inicio. Un ejemplo de esta especie lo es la Mendevilla laxa.
Trepadoras mediantes espinas y las zarzas: utilizan sus espinas para agarrarse sobre un soporte y generalmente requieren ser atadas y dirigidas para su óptimo desarrollo. El mejor ejemplo lo son los rosales.
Las plantas trepadoras se encuentran fundamentalmente en los bosques tropicales aunque también se las puede hallar distribuidas geográficamente de forma desigual: desde los Trópicos hasta las zonas boreales de ambos hemisferios, en los desiertos, y en selvas lluviosas.
En nuestra región tenemos varias trepadoras nativas, con la ventaja de que estas crecen bien dado el clima y suelo óptimos, por lo tanto requieren menos cuidados y suelen atraer aves y mariposas silvestres.
En De Raíz les dejamos una lista de trepadoras pero recuerden, a la hora de elegir, qué requerimientos puntuales tendrá cada especie para saber si podremos adaptarlas a nuestros espacios:
-Aristolachia elegans (Buche de pavo)
-Aristolachia triangularis (Charruga)
-Bignonia callistegioides (Dama del monte)
-Clematis montevidensis (Cabello de ángel)
-Cumbretum fructicosum (Cepillo)
-Enredaera cordifolia (Brotal)
-Ipomoea alba (Ipomea blanca)
-Mendevilla laxa (Jazmín de chile)
-Passiflora caerulea (Mburucuyá)
-Pyrostegia venusta (Flor de San Juan)
-Solanum amygdalifolium (Jazmín de Córdoba)
-Tropaeolum pentaphyllum (Flor de pitito)