En De Raíz nos propusimos viajar de norte a sur para traerte las tendencias que marca hoy el paisajismo según la provincia y región en la que nos encontremos. Esta vez te transportamos al sur argentino, el cual guarda un estilo muy propio, y lo descubrimos desde el ojo y estilo de Sara Krick, ingeniera agrónoma y paisajista, quien se encuentra radicada en El Calafate desde el 2015.
Calafate es una ciudad encantadora por donde se la mire y aunque haga frío casi todo el año. Ubicada cerca del borde del Campo de Hielo Patagónico Sur en la provincia argentina de Santa Cruz, es conocida por su acceso al Parque Nacional Los Glaciares, donde se ubica el famoso glaciar Perito Moreno, un paisaje de hielo concurrido por miles de turistas cada año.
Agrónoma de ciudad como se definía, un día partió con su marido rumbo al sur donde aseguró que encontró su lugar en el mundo y en donde además de proyectos germinaron cuatro hermosos hijos que ya disfrutan de la huerta y de los dulces artesanales hechos en casa. “Trabajo para un par de hoteles, asesoro en huertas familiares y me asocié con una arquitecta con la intención de darle otro vuelo al paisajismo, pero todo siempre con una mirada sustentable y ecosistémica; es decir, cuando hacemos plantaciones siempre ponemos como prioridad al suelo”, aseguró en diálogo con De Raíz.
Hace muy poco tiempo Sara decidió renovarse, se asoció en pandemia con la arquitecta Carolina Chiechi y juntas crearon Sureñas Paisajismo patagónico con el objetivo de encarar proyectos de paisajismo y arquitectura juntas. “Llevamos un par de proyectos trabajando juntas y este invierno dijimos, ´empecemos a mostrar lo que hacemos´; surgió un nombre y una marca y ¡Aquí estamos, somos sureñas!, invitaron en un primer posteo de bautismo en su cuenta de Instagram. Y ese nombre va muy de la mano con el estilo de Sara, ya que gusta trabajar mucho con el afuera. “Será por eso que no me gusta la idea de tener plantas de interior”, dijo entre risas.
“Con Caro nos ganamos un premio e hicimos el invernadero de un colegio e incluso ya tenemos varios otros proyectos en marcha”, expresó.
Ahora bien, ¿Qué es lo primero a observar a la hora de hacer paisajismo en El Calafate? “Dónde está inmerso el terreno es clave, y lo mismo tratar de no darle la espalda a la estepa, la cual a veces se puede meter pero otras no se puede meter en el jardín. Igualmente la clave pasa por el entorno y por potenciar las vistas. Luego hacemos un grilla para que haya potencialidad entre el jardín y la casa y también miramos mucho el reparo”, resaltó Krick.
El peor enemigo para el paisajismo en El Calafate, es según la agrónoma y paisajista, el viento y la baja humedad relativa. “No es una limitante encontrar plantas a las que les guste el frío; incluso tenemos un invierno muy largo y una primavera muy corta. Entonces, cuando en otras partes se empieza a hacer jardinería en agosto y septiembre acá nos tenemos que contener dado que aunque los días se alargan el tiempo es muy impredecible y te puede jugar malas pasadas con nevadas y escarchas, con lo cual muchas veces debemos entregarnos a la naturaleza hasta el momento de observar y decir bueno, ahora sí, sembremos”, agregó.
Es por eso que Krick comentó que su jardín es su mejor termómetro experimental. “Voy jugando y viendo qué pasa en mi propio jardín. Por ejemplo, recién ahora me están germinando las amapolas de entre las cuales estoy esperando la Amapola Ruedas que es la de la publicidad del perfume Kenzo. En agosto salieron los primeros cotiledones de las Lunaria annual, también conocidas como monedas del papa. Y tengo un libro de Parodi que es como mi biblia, el cual sostiene que el momento de siembra en Calafate es agosto”, relató.
Nativas y exóticas en la zona de transición entre la estepa y el bosque
Primero hay que entender que El Calafate tiene como dos ecorregiones: la ciudad de El Calafate queda en la estepa, una extensión de tierra llana cuya flora y fauna se caracterizan por su adaptación a un clima extremo, semiárido y frío; pero de repente el Parque Nacional Los Glaciares, que queda a 80 kilómetros de la ciudad, ya pasa a ser bosque andino-patagónico austral. Es ahí donde se da una zona de transición entre la estepa y el bosque, también llamada ´ecotono´, la cual se crea por la interacción de elementos variables como el clima, el suelo o la existencia de otros organismos, donde aparecen, por ejemplo, especies de mayor porte tales como El calafate (Berberis microphylla), un arbusto espinoso perenne endémico de la Patagonia argentina.
Por lo anterior descrito es que a Sara Krick le surge un cuestionamiento en torno a las especies nativas de la zona. “Es que lo nativo en la ciudad no es lo nativo del Parque Nacional. Acá no tenemos ñires y lengas que nazcan de modo habitual, es decir, podemos plantarlos plantarlos pero acá en Calafate son otras las condiciones ambientales, y donde más humedad relativa hay es en el Parque Nacional. En El Calafate propiamente dicho las nativas son los coirones, la paramela, el senecio o la armeria; incluso la stipa que se desarrolla muy bien acá y de la que se cuestiona que sea o no nativa del lugar, pero al menos yo la coloco mucho en los jardines para alivianar, porque me gustan los contrastes y me gusta lo etéreo que genera la stipa, que es lo que creo que se busca de las gramíneas”, describió.
En cuanto a especies exóticas, hay un par que se adaptaron muy bien en la zona según Krick. “Puedo mencionar las lavandas y las Retamas de los géneros Genista y Spartium, y es super bello el match que hacen juntas con el contraste del violeta y el amarillo de una y otra. Los Berberis Atropurpurea también se dan muy bien, y como cortina y cerco se usan mucho el álamo y el sauce, lo que en realidad está mal porque no deberían ponerse árboles en medianeras dado que el Código Argentino sostiene que deben ir dispuestos a tres metros de la medianera, pero la realidad es que acá se pone toda una linea de álamos a lo largo del terreno porque son de los que crecen más rápido y los que mayor reparo ofician. Por ende, se podría decir que estos marcan tendencia”, explicó.
No obstante Krick evidenció que “hay mucha conciencia de lo que es nativo porque hay muchos guías de turismo que lo refuerzan. Lo que pasa es que por lo general los viveros están a años luz detrás de la demanda de los clientes porque además la domesticación de nativas lleva su tiempo”.
¿Por dónde pasan las demandas de clientes en el sur en torno al paisajismo y el jardín? “Yo arranqué siendo huertera y jardinera y percibo que por lo general mucha gente se acerca para aprender a hacer su propia producción, luego te piden hacer un invernadero, pero no porque no se pueda cultivar afuera, ya que podemos cultivar casi todas las verduras afuera excepto el tomate, el pepino o la albahaca. Luego, de la mano de ese invernadero surge el proyecto paisajístico”, indicó.
Krick es otra convencida- y no es la primera que nos lo dijo- de que “la pandemia nos hizo valorar los espacios verdes”. Incluso la paisajista comentó que “últimamente nos piden poner más ingenio en cómo diseñar medianeras o el armado de espacios para fogones. Yo pienso que en este pedido la tendencia de acá no cambia mucho de la que pidan en otros lugares. Creo que en definitiva se trata de pensar cómo vivir el jardín más que mirarlo, porque hasta ahora solo se miraba pero ahora se integra como una parte más de la casa”.
¿Algún trabajo de paisajismo en el sur que la enorgullezca? “Una vez me plantearon hacer paisajismo sobre un terreno de 15 por 50 metros que tenía dos entradas porque llegaba de calle a calle, y su particularidad es que tenía dos topografías totalmente diferentes; justo a la mitad cambiaba el terreno, con una diferencia marcada de altura entre una parte y otra; entonces se me ocurrió crear un tablero en Pinterest sobre jardines en desnivel, buscando precisamente ideas para ver qué hacer con eso. Me pareció mucho más interesante terminar marcando ese desnivel que dejar una lomada de césped, de modo que hice una escalinata pequeña con dos canteros de piedra a los costados y entonces enfaticé ese desnivel dándole más valor”, rememoró.
Y hay otro trabajo del cual participó, esta vez con su socia Carolina Chiechi, donde hicieron proyecto y dirección en base al pedido de una medica especialista en ayurveda que les pidió que allí convivieran los 5 elementos más usados en medicinas ancestrales: el fuego, el agua, el aire, la tierra, y para el ayurveda el quinto elemento que es el éter. “El éter vendría a ser el vacío que hace que sucedan cosas, por ejemplo si en tu estómago no hubiera vacío no podría entrar más alimento. Ese proyecto se llamó ´Ser presencia´ porque la persona lo pidió para vivir el momento conectada con la naturaleza. Generamos entonces un espacio de fuegos, un estanque, una cascada que migramos del feng shui a un arroyo patagónico, un invernadero, y el aire lo captamos con las plantas y su movimiento con el paso del viento, y el éter es todo un circulo de césped ubicado en el centro del jardín”, resumió.
¿Ya ven que hay magia en cada rincón de la Argentina? Y mucha más con paisajistas como Sara Krick y tantos otros que siempre están buscando, aprendiendo y ensayando de modo constante para que germinen proyectos paisajísticos, incluso en el sur argentino ¿Por qué no?.