Por Gabriel Burgueño
Cuando estos elementos son considerados al planificar un jardín, se crea una conexión más profunda con la naturaleza, invitando a disfrutar plenamente del espacio diseñado. La fauna silvestre, el movimiento del agua y la elección de follajes sonoros son elementos que enriquecen esta experiencia.


Sonidos urbanos
Las ciudades también tienen su propia banda sonora, que combina sonidos naturales y ruidos antrópicos: pasos sobre distintas superficies, gritos de estudiantes, música de viviendas o vehículos, y sobre todo, el ruido constante de motores.
En el paisaje urbano, la contaminación sonora es una preocupación. El uso de la vegetación como barrera puede ayudar a reducir estos ruidos molestos y proteger la salud. La distinción entre sonido y ruido no siempre es clara, ya que lo que consideramos ruido es muchas veces subjetivo.
Música de cada geografía
El paisaje sonoro de cada lugar está fuertemente ligado a su identidad cultural. Por ejemplo, el Litoral argentino está asociado con el chamamé, el Noroeste con zambas y chacareras, la Pampa con la huella, y Buenos Aires con el tango. Así como el paisaje tiene su propia esencia visual, también posee su esencia sonora.
Cada región refleja su historia y su cultura a través de estos sonidos, y esto incluye tanto las composiciones folclóricas como las contemporáneas.
Así como la música nos transporta a distintas épocas, el diseño de jardines también refleja diferentes momentos históricos. Desde los jardines barrocos de Versalles hasta los parques ingleses o los espacios públicos modernos, cada uno tiene su propia “melodía” que se puede interpretar a través de su estructura y diseño.


El nuevo paisaje sonoro
El autor Murray Schafer estima que en tiempos primitivos, el 69% de los sonidos eran naturales. Hoy, más de dos tercios de nuestro entorno sonoro está dominado por ruidos tecnológicos. Esto nos invita a reflexionar sobre la importancia de reconectar con los sonidos naturales y de qué manera podemos integrar esta consciencia en el diseño de espacios verdes.
El ser humano no percibe los sentidos de manera aislada. Así como escuchamos, también vemos, sentimos y experimentamos otros estímulos. Por ello, los cruces entre música y diseño son una herramienta poderosa para crear un jardín que no solo se vea bien, sino que también “suene” armonioso.Lo que hoy consideramos buen o mal gusto en la música, el arte o el paisaje puede cambiar con el tiempo. Lo que antes era considerado recargado o de mal gusto, como el barroco, hoy es visto como clásico. De manera similar, los jardines naturados, que imitan espacios baldíos o malezales, están en auge por su integración de fauna y flora en armonía.


El silencio tan necesario
El silencio es también un elemento esencial en el diseño de jardines. John Cage, con su obra “4′33″”, subrayó la importancia del silencio. En los jardines, los espacios abiertos y sin elementos ruidosos permiten destacar mejor las áreas más densas o cargadas de elementos.