Hace un año que estamos conviviendo con una pandemia mundial, y esta situación hizo que valoremos más los espacios exteriores. Si vos no tuviste tiempo hasta ahora, esta es la mejor época para planificar el jardín y poner manos a la obra. Con un poco de investigación, dedicación y amor por la plantas todos podemos tener un lindo jardín.
Si bien la contratación de profesionales en la materia es un punto clave para evitar gastos innecesarios, ya que podrán asesorarnos sobre qué plantas elegir, cómo cuidarlas, mantenerlas, dónde comprar y de qué manera se plantan, también es cierto que con un poco de idea e investigación todos podemos probar ser creadores de nuestro lugar en el mundo: ¡El jardín de casa!.
Vamos a darte un gran empujoncito para que pongas en marcha tu plan. A continuación te contamos paso a paso cuáles son los puntos que no pueden faltar a la hora de planificar.
Medir: Es importante que conozcas el espacio del que disponés para saber qué especies elegir y cuáles se adaptarán mejor a tu lugar con respecto al tamaño. Para ello podés medir con pasos, cintas métricas y usando hilos para atar nudos cada 1 metro. Si estás midiendo un jardín pequeño, balcón o terraza, te recomendamos usar mejor la exactitud que midiendo grandes dimensiones.
Dibujar: Diseñá como puedas, a tu forma, en un borrador. Todo lo que veas, las especies existentes y los objetos. Marcá los puntos cardinales, y tené en cuenta las especies de los vecinos, además de las propias por supuesto. Anotá donde nace y se pone el sol, prestando atención a la rotación dependiendo en qué estación del año estamos.
Listar especies: Hacé un listado de las especies que desearías tener, las que no pueden faltar en tu jardín. Acá es válido chusmear las plantas del vecino o vecina. Este es un consejo muy útil porque si las ves bien significa que esa zona es perfecta para ellas.
Investigar: Este punto es importante, porque es necesario saber si se adaptan bien al suelo, clima, luz y todo tipo de factor externo que pueda afectar a la planta. También los requerimientos de agua y cuál será el tamaño final de cada una; si son caducas o perennes. Tratá de elegir especies autóctonas porque estas no fallan y además estarás ayudando al ecosistema.
Proyectar: En el mismo dibujo proponé qué sectores tendrías en el jardín; juegos para niños, lectores, descanso, vista, mesas de estar, asado, sector de servicios, entre otros que se te ocurran.
Define estilos: Podés pensar en un jardín temático: jardín japonés, francés, inglés, minimalista o moderno, entre otros. Combiná texturas, colores y formas. Buscá lugar para tu huerta, rosales, herbáceas y florales. Podés elegir especies para atraer aves o mariposas.
Ser realista: ¿Cuánto tiempo realmente le vas a dedicar a tu jardín? Buscá especies que sepas manejar y mantener, que el jardín no sea un peso, sino un disfrute. Tené en cuenta si podrías llegar a necesitar ayuda para mantenerlo o bien si podrás hacerlo por tus propios medios. Fijate si vas a disfrutar más de tu jardín en invierno, verano o todo el año. Pensá si querés un jardín para vivirlo o sólo para verlo, como un cuadro.
Buscar proveedores: Una vez que tengas el proyecto definido, ponemos manos a la obra. Debés buscar buenos proveedores, pues la calidad en las plantas también existe; por eso es importante saber si a quien le compres tiene buenas plantas además de buen precio.
Plantar: Debés tener en cuenta con qué suelo contás (franco, arcilloso, limoso). Medí el PH, mejorá el terreno de la superficie a utilizar. Si invertís 1 peso en la planta, debés invertír 5 en la plantación. Dejé limpio tu jardín y mantené el césped corto para que tu proyecto se luzca.
Tener paciencia: Aquí es donde la naturaleza juega su rol. Cuando termines de plantar vas a ver todo insignificante. Necesitamos tiempo para que las plantas se adapten a su lugar y crezcan, el diseño está pensado para toda la vida, ¡Con lo cual el tamaño final puede llevar años! Como con los niños, hay que disfrutarlos mientras crecen.
Ahora no tenés excusas para poner manos a la obra. Tu jardín necesita de tiempos y dedicación. Proyectarlo y hacerlo bien desde el inicio ahorra problemas futuros y gastos innecesarios, genera un lugar placentero en donde vivir y aumenta el valor del inmueble si llegara a ser pensado como una inversión.
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